de Leonardo Bernabé Madrid, mi padre, "cosechador de amistades que perduran". Para la familia, para los amigos, para quienes lo conocieron, para los que llegaron tarde, para el pueblo de General Guido

7/12/06

Los Cuentos que nos contaban.

las tías viejas, los que contaba mamá, por las noches, mientras todos rodeábamos la mesa de la cocina en nuestra casa, allá en Guido, la leña crepitando en el fogón, ese olor a sopa, a guiso, a pan, aún hoy si apoyo la cabeza en mis brazos que hacen de almohada sobre la mesa, me parece escuchar la voz de mi madre decir... Imaginen ustedes una noche clara de luna llena, en el aire olor a buenas noches, a heliotropos y azucenas, de pronto, un sonido seco, después silencio y aquel grito, desgarrando la noche, corriendo por las calles, golpeando las puertas...
Con la ayuda invalorable de mis hermanos, Mochi, Loro y María, voy a escribir estos relatos, sepan disculpar no soy escritor, apenas tengo 4º grado de la escuela primaria. 

 La del rebozo negro Para llegar a “La Loma” (nombre con que se conocía aquel puesto en los campos de Don Jacobo Parravicini) se lo hacía bordeando la laguna de Hinojales. En aquel puesto, se decía, había vivido una familia de inmigrantes italianos que tenían varias hijas, casaderas, muy lindas todas ellas, los días de descanso se hacían allí reuniones con bailes de acordeón y guitarra atrayendo a los mozos de los alrededores. Bien entrada la tarde de un domingo, dos muchachos del lugar se acercaban vadeando la Hinojales para visitar a las muchachas cuando advirtieron que por la barranca y caminado en la misma dirección iba una mujer, con toda seguridad supusieron integrante de aquella familia, no alcanzaban a precisar cual de todas ellas podía ser, llevaba la cabeza cubierta por un rebozo negro, la visión se fue diluyendo mientras la brisa suave de aquel atardecer jugaba con sus faldas. Al Llegar a las casas entre el ladrido de los perros y el consabido ¡Ave María Purísima! Dicho a modo de saludo, los mozos preguntan – y ¿cual de ustedes andaba por la barranca ricen no más? - ¿De nosotras? Pa´ decir verdad, ninguna. Hemos pasado la tarde aquí, en las casas, en nuestros quehaceres. Se hizo un profundo silencio, las mujeres se santiguaron, al tiempo que comenzaban a sonar las guitarras y el acordeón, se encendieron los candiles, una mazurca dió comienzo al baile y ya nadie volvió a mencionar lo sucedido. Años más tarde nuestra familia ocupó el puesto “ La Loma” y una tarde cuando nosotras jugábamos al cuidado de mama, en la barranca de Hinojales encontramos una bocha y nos pusimos a hacerla rodar de un lado a otro entre risas y corridas hasta que la bocha fue a dar a los pies mama–¡ Muchachas! Con esto no se juega, esto no es una bocha dijo persignándose, es cabeza de cristiano hijas.
Se acabaron entonces las risas y un vientito helado parecido al invierno cruzó aquella tarde de septiembre. Con sumo respeto y total silencio la colocamos cerca de unos duraznillos marcando el lugar para volver al día siguiente a darle sepultura. Pero cuando regresamos ya no estaba allí, volvimos a hacer el recorrido durante varios días pero nada, no la pudimos encontrar. Misterio.
Días después una tardecita de domingo cuandoTata regresaba a las casas por el bajo de la laguna vio en la barranca una mujer cubierta por un rebozo negro como buscando algo entre los pastos, pensó que alguna de nosotras desobedeciendo sus órdenes andaba en la barranca, por que nosotras no éramos de desobedecer.
Los ladridos de los perros anunciaron que alguien llegaba, era tatita, se apeo y en el patio nomás pegó el grito ¡Ciriaca! ¿donde están las muchachas?, Aquí Juan, respondió mama, todas estábamos en algún quehacer, Luisa, acababa de encender las lámparas, se acallaron todas las voces, paso un ángel dijo, picara, la Lucia, mama la miro feo, el silencio era tan grande que se escuchaban latir los corazones tata nos miro a cada una, volvió a la puerta miro pa afuera la noche ya cubría todo, cuando se le acerco mama, sus figuras se dibujaron en la pared como gigantes sombras chinescas, y algo hablaron, entonces mama se santiguó, ¡muchachas! dijo vamos a rezar por las almas errantes. para que nuestro Señor les dé el eterno descanso y brille para ellos por siempre la luz perpetua Amén dijimos todas a coro. No se volvió a hablar de aquello.
¿Habrá sido aquella mujer del rebozo negro, la misma que vieron los muchachos aquella tarde de domingo?, ¿ buscaba acaso lo que habíamos encontrado en la Barranca.? es un misterio y los misterios son eso Misterios. 

El Elías y el Sargento Contaban unos reseros que una mañana de enero cuando regresaban de La Unión al pasar por la Laguna de El Carnero se encontraron a un chico con un perro negro, el chico tiraba un palo y el perro corría a buscarlo y se lo traía a la mano cuando el perro los vio acercarse gruño feo los ojos eran rojos parecían dos brasas, y tenía espuma en la boca, el chico tenía puesta una camisa blanca larga como esas para dormir llamó al can con un grito seguro, ¡Sargento!, y pronto el perro estuvo a su lado, ¿ de donde vienen? Pregunto el muchacho, de la Unión contesto Urbano y vos ¿qué haces solito? Pregunto Victorio, - vivo acá pasando la barranca dijo y Ustedes tienen que apurar la marcha por que los va a agarrar la tormenta, sigan viaje no se detengan antes de la Posta Vieja, el día era diáfano ni sospecha de tormenta y¿ vos como sabes? Pregunto Urbano, por que yo vengo de ahí y llamando a su perro volvieron a su juego. Mientras se alejaban Urbano y Victorio se volvieron a mirar y allí seguían perro y chico jugando. ¡Que cosa con el mocoso! Dijeron a dúo y siguieron la marcha caía la tarde, el aire fresco anunciaba la noche, era tiempo de un descanso allí a unos pocos pasos está el montecito, ¡qué cosa con el mocoso! Volvió a decir en voz alta Victorio que recordó al chico con el perro ¿qué dijiste che? Dijo Urbano nada hermano me acorde del chico, la pucha yo también y¿ si seguimos nomás? por si las cosas y siguieron... Ya habían pasado el montecito cuando las cintas de plata recorrían el cielo y castigaban el horizonte se miraron La tormenta estaba ahí un estruendo los estremeció un rayo partió la tierra atrás de ellos nomás, les pareció entonces oír el ladrido de un perro y la vos de un chico llamando ¡vamos Sargento! el agua cargaba el ala de los sombreros y resbalaba en los ponchos encerados que siempre los acompañaban. Llegaron a la tapera de la Posta Vieja. La tormenta como vino se fue, tiraron las matras para descansar reanudarían la marcha al amanecer. En lo oscuro de la noche Urbano creyó ver los ojos del perro, rojos como brasas que lo miraban desde un rincón de aquella tapera, no dijo nada cerro los de él y así se gano el sueño. Al amanecer continuaron su marcha, en silencio, silencio que rompían de tanto en tanto con un ¡qué caracho con el muchacho! ¿Sabes hermano? Confiesa Victorio quede tan impresionao con el chico que lo soñé dormido en un rincón de la tapera. Urbano no dijo nada lo miro, él había visto al perro, y no soñaba, estaba seguro pero no dijo nada. Noches más tarde en rueda de fogón en Pichimán Urbano y Victorio contaban lo sucedido cuando casi oculto por la falta de luz un viejo resero comienza a decir: El Elías y el Sargento eran uno, una tardecita de enero de hace vaya uno a saber cuanto, se descolgó una tormenta tan grande que no les dio tiempo a regresar a las casas, fue entonces cuando un rayo partió el árbol donde se habían guarecido el Elías con el Sargento ¡Que tormenta! vino de golpe como la de anti ayer y no les dio tiempo a disparar pobrecitos, el perro créamelo lo cubrió al Elías cuando el rayo rompió el árbol y así los encontraron días después abrazaditos los dos... al Elías le dieron sepultura en campo santo, el Sargento quedo allí, osamenta, donde los alcanzo el rayo cerca de la tapera de la posta vieja, dicen que una mañana cuando la madre del Elías fue al cementerio encontró toda la tierra movida, dicen que enloqueció pobrecita, dicen que el Sargento lo fue a buscar y dicen que desde entonces andan juntos por el bajo de la Laguna El Carnero y por las noches, juntitos también, dicen que duermen en la tapera de la Posta Vieja. Urbano y Victorio lo sabían. Créanmelo dijo el viejo resero, el Elías y el Sargento eran uno. 


Ellos están, siempre están En los inviernos oscurece temprano, decía mamá, yo estaba aquel día sola en el Puesto con Horacio, que era chiquito, la noche llegaba rápido, yo miraba, parada sobre un banquito, el camino, pero su papá no llegaba, de pronto en el horizonte se recorta una figura, alguien camina en dirección a la casa pero ¿quién?, espero, enciendó la lámpara y vuelvo a mirar, aquella figura avanza, esta más cerca, y yo sola con Hacho chiquito, ladran los perros ya no alcanzo a ver, me encierro en la pieza hecho las trancas, la noche esta afuera, todo es oscuridad, escucho los ladridos muy cerca, alguien golpea la puerta. - busco agua doña, no me tenga miedo, dice una voz, los perros siguen ladrando y Bernacho que no llega, yo solita con Hacho chiquito, escucho el rechinar de la rondana del pozo, los perros no dejan de ladrar, la voz camina, arrastra algo pesado ¿qué? Tengo miedo y estoy sola, vuelvo a revisar las trancas de la puerta y de la ventana todo esta en su lugar pero Bernacho no llega, la voz prendió fuego cerquita del aromo, sí, por la hendija de la ventana veo las chispitas tengo miedo, mucho miedo, me persigno y lo llamo, digo muy bajito su nombre Gabriel, ángel de la guarda, dulce compañía, no nos desampares ni de noche ni de día.
Silencio, se escucha el silencio, los perros ya no ladran, ¡la voz se ha ido! en el silencio de la noche alcanzo a oír el galope de un caballo, Bernacho al fin ha llegado. los perros salen a buscarlo Le cuento lo que ha pasado recién nomás. -Quédate tranquila Mujer que nada hay afuera. - pero yo lo escuche Bernabé, la voz me hablo, saco agua del pozo, arrastro algo, hizo fuego. -Quédate tranquila Isabel que afuera no hay nada. A la mañana con las primeras luces del día salí, recorrí el patio, no encontré rescoldo donde estaba segura había hecho fuego aquella voz. Pero encontré por todo el patio muchas plumitas blancas, blancas como la nieve, las junte y las guarde en esa cajita que esta sobre la mesita de noche, si la abren, podrán ver que lo que digo es la verdad. Cuando el miedo los alcance llamen a su Ángel de la Guarda, Siempre hay un Ángel de Dios bajo cuya custodia nos pone el Señor. Ellos siempre están. ¡Ah! y aunque ustedes tampoco lo crean decía mamá como final, "la voz" saco agua del pozo, arrastro algo pesado y prendió fuego cerquita del aromo yo vi las chispitas. Buenas Noches, descansen tranquilos hijitos que los ángeles nos cuidan y acompañan. Y entonces apagaba la lámpara. 

Chiquillo y la víbora de la cruz
Chiquillo y la víbora de la cruzEn los montes del Tordillo vive chiquillo, nadie sabe su edad, todos lo conocen, o por lo menos lo han visto una vez. Chiquito, alegre, de pelo ensortijado y oscuro como la noche, lleva siempre una onda colgada del cuello. Silba como los zorzales, imita a las calandrias, chista como las lechuzas y hasta se hace perdiz perdiéndose en el campo.Todos los habitantes del monte le tenían miedo, no se le conocían amigos y eso era así por que entre él y los otros estaba la honda, muda herramienta hacedora de muerte, la honda lo había apartado de todos. Muchas veces en la soledad del rancho chiquillo se preguntaba ¿por qué había tanto silencio siempre a su alrededor?, los silbos se escuchaban lejos y cuando él se acercaba parecían estar más y más lejos, cómo era posible si el mismo recogía a diario huevos de gallinetas o de patos, ¿dónde estaban las aves del monte?Una tarde de otoño, una gallareta que hacia nido en una lagunita cercana vio a unos perros olfateando el rastro de Chiquillo hasta el rancho y también los vio un peludo que volvía apuradísimo a su cueva. Agazapados entre los yuyos parecían esperar a que chiquillo saliera. Adentro la noche se iba adueñando de las cosas, Chiquillo, se acerco al rescoldo, partió unas ramitas de duraznillo y con un cartón dando aire avivó el fueguito. Una voz salió entonces del rincón derecho, donde se apilaban las ramas que cada día Chiquillo recogía en el campo y le servían para hacer fuego, una voz bajita, arrastrando las letras dijo sin dejarse ver- Afuera te esperan, dos cimarrones.- Y vos ¿quién sos ?pregunta chiquillo.Ella se desliza en silencio y cuando esta cerca, mirando el fuego que crece dice- No estoy acá para hacerte daño, sino para advertirte.-¡Va de retro! dice chiquillo cuando la ve, pegando un salto para atrás, perdiendo así la honda y el rebenque que quedan sobre el catre, entre el catre y él esta ella dueña y señora del rancho, ella, una víbora de la cruz.La vicha le habla pausado.- Te conozco desde hace tiempo chiquillo, desde siempre he estado ahí, entre la leña, por las noches cuando el candil se apaga, velando tu sueño duermo al calor del rescoldo, y cuando las primeras luces del día entran por la hendija de la puerta, vuelvo a mi oscuro rincón para que no me veas.- Yo, te conozco como nadie, conozco tu soledad, tus sueños, tus desvelos y hoy en este mismo instante acabo de conocer tu miedo.Hablaron toda la noche, ella al lado del catre, donde habían quedado la honda y el rebenque, él cerca de la puerta no podía salir estaba desarmado y los perros al acecho, la vicha lo había desarmado con mucha astucia y él sin la honda no podía salir, no era nadie.Amaneció en el monte, todos sus habitantes se despertaron con las primeras caricias que les hacia ese solcito tibio de otoño, chiquillo envuelto en su poncho deshilachado por los años salió al patio. Ni bien asomó la cabeza vio a los perros esperándolo al lado del brocal ¡y él desarmado, caracho!Una bandada de loros cruzo el cielo. Uno abandonando la formación se vuelve y parado en el horcon del rancho pregunta- ¿Qué te esta pasando Chiquillo que no nos tiraste con la honda?-¡Cállate Loro! Grita chiquillo. Estoy resolviendo un problema-¿Y cual es ese problema que te ha desarmado hermano?-Si entro al rancho dice Chiquillo, una víbora de la cruz me espera, y no puedo salir al campo desarmado por que estos dos cimarrones me cortan la salida.El Loro voló hasta un tala cercano donde lo esperaba la bandada y juntos volvieron a posarse en la cumbrera del rancho.-Tenemos la solución Chiquillo… Volá como nosotros-¡Imposible! dijo chiquillo no tengo alas.-Eso no es problema grito un chajá nosotros te ayudamos y ¡ya está!.- Bolacero... dijo el hornero-no perdamos la calma dijo la Calandria.- conversemos dijo un jilgueroy todos para entonces estaban en el patio del rancho. Los perros echados al sol parecían dormidos, la vicha se había deslizado hasta la puerta del rancho y observaba, el monte se había llenado de sonidos, todos opinaban y querían ayudar a Chiquillo hasta que llegó un tero y como era su costumbre alertó primero- ¿Cómo esta Doña Cruz?-Aquí me ve teru-teru disfrutando esta reunión.-Pero también están el Pancho y el Tancredo los perros de Hilarión el nutriero y a que se debe este convite.Entonces arrastrando las palabras la víbora de la cruz dice- decidimos mostrarle a Chiquillo que aquí en el monte todos necesitamos de todos, que los buenos vecinos pueden convivir aún siendo diferentesChiquillo aprovecha y entra corriendo al rancho agarra la honda y sale decidido, todos se han ido temblando de miedo, sólo ella, la víbora de la cruz se arrastra despacio, rumbo al monte, Chiquillo la apunta con la honda, ella vuelve la cabeza, lo mira fijo a los ojos y pregunta- ¿por que vas a matarme?- por las dudas, dice Chiquillo- por miedo dice ella, y zigzagueando sigue su rumbo.Chiquillo la ve irse, la honda tensada en su mano no dispara la piedra. Chiquillo volvió al rancho y estaba tomando mate cuando escucho todos los sonidos del monte, allí en su patio los patos pasaron silbando hacia la laguna, la calandria cantaba más que nunca aquella mañana y el lorito barranquero en la rama del tala le contaba a la bandada historias de vientos y montañas.El monte estaba tranquilo por que Chiquillo ya no tensaría su onda.En la costa de la laguna Don Hilarión miraba de reojo al Pancho y al Tancredo que bostezaban su cansancio de nada y se preguntaba ¿qué habrán andado haciendo estos dos anoche que no durmieron en las casas?En los montes del Tordillo vive Chiquillo, chiquito, alegre, de pelo ensortijado y oscuro como la noche, lleva siempre una honda colgada del cuello. Silbando como los zorzales, imitando a las calandrias, chistando como las lechuzas, anda por el monte desde la salida del sol hasta el crepúsculo. Cuando regresa al rancho, aviva el fuego, agarra la guitarra y canta, mientras ella lo vigila silenciosa desde el oscuro rincón donde se apila la leña, Chiquillo lo sabe, como sabe también que cuando apague el candil, ella buscará el calorcito del rescoldo.


La Prosapia de Julián Paredes ...Medianera de por medio estaba la casa de abuela Damiana Cabello, la mamá de mi mamá, con ella vivían dos hijas solteras Rosalía y Casiana - así la llamaba toda la familia- su nombre Damiana, el mismo de abuelita, quizás por esa razón, a la tía, todos la llamábamos Casiana. Era una narradora formidable, muy buena, tan buena como buena costurera. Cuando se fueron de Guido con su único hijo Adrián, vinieron a vivir a Lomas de Zamora y con Rosalía se dedicaron a la confección y arreglos de camisas, pero esa es otra historia que más adelante voy a contar, la que ahora me ocupa tiene que ver con la Historia familiar del Julián Paredes un gato barcino que vivía en la casa junto a otros tantos de su estirpe. Mamá siempre decía que “la flaca” (así la llamaba ella), hablaba con los animales desde chiquita y siempre estaba inventando “historias”. A nosotros, nos fascinaban sus cuentos, este en particular. La Prosapia de Julián Paredes Julián Paredes venga que hay visitas, llamaba parada en el dintel de la puerta de la cocina, -ya viene ustedes pónganse cómodos pedía, mientras "el michalico", con andar lento desperezándose de una de sus tantas siestas pasaba la puerta maullando, se subía en una banqueta bajita, donde había un almohadón de crochet de varios colores. Ella lo presentaba con ustedes Julián Paredes. No sea descortés. ¡caramba!, salude a las visitas, amonestaba. El gato bajaba la cabeza en reverencial saludo, motivo suficiente para que tía sentenciara: distintivo inequívoco de su real origen y gran prosapia, ustedes lo están viendo muchachos y darán fe. Entonces comenzaba a desparramar nombres. Es tiempo de aclarar que muchas veces la oímos contar la Saga de los Paredes, y los nombres que estamos recordando nunca cambiaron. Con la ayuda de mis hermanos hemos rearmado una de aquellas historia para contárselas hoy. Escuchen... El abuelo paterno del michalico Julian fue Don Eufrasio Paredes casado durante la Guerra del Paraguay con Ypacarai Ñandubay hija ella de un Cacique Guaraní, de ese matrimonio nacieron muchos hijos entre ellos Nazario Paredes Ñandubay, Padre del Julián. El abuelo materno fue Ramón Cisneros, la abuela Úrsula Mendoza, de esa distinguida familia, como no podía ser de otra manera, nació la distinguidísima Manuelita Cisneros madre del aquí presente decía señalando al gato que la miraba soltando unos maullidos cortitos. ¿Seguimos entonces Julián con el relato de sus siete largas vidas?, preguntaba y michalico volvía a maullar ¡Ah¡ usted quiere que cuente como nos conocimos usted y yo. Bueno. Entonces comencemos a deshojar su árbol. Julián Paredes Cisneros nació en los galpones de la Estación del ferrocarril, apenas tenia unos seis meses, su espíritu aventurero lo llevo a explorar los alrededores, corriendo una mariposa trepo el terraplén, siguiendo de cerca un sapo llegó hasta la laguna, y esquivando el vuelo raspante de los teru teru se le hizo de noche y se encontró solito en medio de la Plaza, yo venia con mamá y mis hermanas de la Iglesia cuando lo vi al pie de la palmera grande, él, también me vio y cuando llegamos a casa dos pasos atrás Julián nos venia siguiendo. Lo invite a pasar, no se hizo de rogar, traspuso el zaguán, derecho se vino a la cocina y aquí estamos, levantaba la vista del bordado que tenia entre manos, nos miraba con una sonrisa picarona y preguntaba es así ¿verdad Julián? Y el michalico maullaba ¡creanlo! varias veces maullaba, bajaba de la banqueta, paseaba por debajo del banco largo, arqueando el lomo, buscando nuestras manos para que lo acariciáramos. ¡No, no! decía Casiana riendo a carcajadas, ¡patrañas!, Julián, ¡envidia! o vaya a una a saber que. Esta molesto por ciertos comentarios mal intencionados, contaba tía volviendo al bastidor... y continuaba, a Julián siempre se lo relaciono con lo más rancio de esta sociedad, eso sirvió para que, no hace mucho, le adjudicaran un romance con una de las chicas de Wilson, pero sólo son habladurías del chusmaje, todos en ésta casa, ustedes también lo saben, él está comprometido con Clarita Alegría, hija del viejo Bienvenido y de Marucha Girado. Dicen por allí que la Clarita ya empezó a tejer batitas… ¿le dice algo eso?, preguntaba, mientras el gato otra vez en su almohadon sé hacia ovillo entregándose al sueño... ¡Que resulto bandido Julián Paredes! ¿A las Chicas de Wilson no les habrá prometido casorio, verdad?. ¡Hágase el dormido, nomás! Bueno sobrinos decía guardando su bordado en un cofre de madera y en voz muy bajita como para no interrumpirle el sueño, al gato, la seguimos en otro momento, él trabaja de noche y hoy interrumpimos su siesta.¿Dónde trabaja tía? preguntamos a coro. En el control y exterminación de toda alimaña dañina. Por su gran valentía muchas veces lo han venido a buscar de distintos lugares, hace poco estuvo en La Quinua, había allí una comadreja que los tenía a maltraer. ¿Y tiene hermanos? ¡Oh, Muchísimos! … son siete, si lo contamos a él ocho. El seminarista Patricio Paredes, nació para cura, vistió sotana desde que abrió los ojitos, zapatos negros y un fino cuello blanco son sus señas particulares durante mucho tiempo estuvo en la iglesia hasta el triste día que se cayó la torre del campanario, desde entonces nadie lo ha vuelto a ver, las malas lenguas, que por aquí hay muchas, más de las que se ven y muy malas por cierto, dicen que el Patricio aprovechó y abandonó el sacerdocio ese día, que lo vieron salir por los fondos hacia la laguna. Allí, en el pajonal vive la Flora Mosquera con las cuatro hijas del Pelado Argüelles, bueno dicen que con la menor anda noviando el Patricio, que esta escondido allí, que en noches de luna se lo escucha llorar y pedir perdón por sus pecados. ¡Mentiras! ¡Infamias! de las lenguas viperinas. Miren ustedes como son las cosas en pueblo chico… Julián es mayor que el Patricio y anduvo entreverado con la Flora, la misma, si hasta, una noche de luna llena lo desafió el Cirilo Sandoval, más que amigo, su hermano de leche, en el techo de la estación por los amores de ella, de la Flora. Fue terrible, el Julián que nos es de arriar con poncho, imagínense, se fueron a las barbas. Una de las primeras peleas de Julián, volvió maltrecho aquella noche, pero el Cirilo no se la llevo e arriba y todo por nada, una semana después la Flora andaba entreverada con Argüelles. Así las cosas. Juan Cruz Paredes el otro hermano de Julián se fue a Dolores está muy bien ubicado en el Juzgado, si ustedes lo ven lo reconocen enseguida traje negro guantes, polainas blancas, un señorito, no hace mucho estuvo por aquí visitando parientes y presentó a su prometida Ivonne de Avigñon, sí, de familia francesa muy linda, ojos celeste y vestida de blanco, una princesa. Como pueden ver Julián Paredes tiene prosapia. Las cinco Hermanas todas bien casadas Aurorita con Uladislao Hernández, Clemencia con Marquitos Lujan, Rosaura con Parmenio Sierra, Carmen con Emeterio Guevara y finalmente Blancaluz con Idarcielo Galván.¡Hay linaje, hay prosapia! ¿Quién lo puede dudar?.¡Ah! ¿Lo del Patricio? habladurías... ¡envidia! ... que en este pueblo de eso hay y mucho. El bueno del Patricio, viajó a Buenos Aires, justo el día que cayó la torre de nuestra Iglesia, allí está ahora, en la Catedral, a los pies de Monseñor; él nació con la sotana puesta, tiene usted razón Julian, decía mirando al "michalico" que maullaba arqueando el lomo sobre el almohadon de crochet. ¡Acéptenmelo sobrinos, Julian tiene prosapia!

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