Así como a un tajo llega
la sangre sin que la llamen,
deben llegar LOS AMIGOS
sin que se lo ordene nadie,
al lugar donde otro amigo
su presencia les reclame.
Y nada de andar con vueltas
hay que montar y soltarse,
que no haya vientos, ni lluvias
ni nada que los aparte de la huella
¡hasta el amigo!
hay que salir y pegarle.
L. Madrid 1965
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