de Leonardo Bernabé Madrid, mi padre, "cosechador de amistades que perduran". Para la familia, para los amigos, para quienes lo conocieron, para los que llegaron tarde, para el pueblo de General Guido

7/12/06

1969, El hombre llegó a la luna.

Luna, Lunita, Luna dame salud y fortuna

Allí esta, redonda, enorme, al alcance de nuestras manos, mi madre dice que es la casa de la Sagrada Familia, ¡Miren chicos!, María ha abierto los postigos y junto a José y el niño están viéndonos. ¡Saluden chicos! y ella recitaba aquella letanía “Madre de amor, de misericordia y dolor, ruega por nosotros María. Amen”
Los postigos de aquella casita, se cerraban según los menguantes, y mi madre decía, que si el Candil de María proyectaba la sombra de los postigos hacia abajo, vendrían días de lluvia, si por el contrario, la sombra quedaba mirando para arriba el tiempo estaría seco. Otras veces cuando llovía por varios días, la escuchábamos decir María se olvido el balde en la ventana, o que grande será tu dolor madre mía que no has dejado de llorar en días. Otro de sus dichos era, Luna, lunita, luna dame salud y fortuna.
Cuantas noches de aquella feliz infancia jugamos a su amparo, corríamos hasta el viejo puente, ella, nos seguía vigilante viajando despacio, muy despacito se ocultaba tras el monte de El Mirador para aparecer más tarde espléndida sobre la laguna.
Esa Lunita que conoció mi secreto más secreto, que me acompaño por los caminos, dejo su brillo en la boca de mi guitarra para que no la olvide, ¡cómo olvidarte!, Lunita testigo fuiste de aquel primer beso, de mi primer urgencia, de sueños, desvelos, despedidas y ausencias, lunita de Guido que ayer fue alegría hoy es nostalgia.
A la Casa del carpintero, su mujer y su hijo, la ocuparon hoy, le pusieron la "pata" encima, una bandera que pretende ser de todos, que no será jamás la mía, cuando los intrusos llegaron encontraron la casa vacía.
Miro esta luna y recuerdo aquel cuento que mamá nos contaba ... "Imaginen ustedes una noche clara de luna llena, se apaga el último candil, el nochero está en su estaca y de pronto en la tranquilidad de la noche se escucha un grito desesperado... ¡Ayuden!, ¡Ayuden a este pobre pastor!
...El pastorcito mentiroso una vez más comenzó a gritar alertando a los vecinos, pidiendo ayuda ¡auxilio, un zorro, un zorro!, Pero nadie le creyó esta vez, mientras tanto, oculto, el zorro se relamía, tomando agüita en la orilla del bañado y aullándole a la luna le pedía, Dame Lunita llena tuétano blanquito, en el menguante grisáceo y en el creciente negrito..."
Miro esta luna, ya no es la mía, ni la de los poetas. Miro esta luna y veo la huella del depredador que está relamiéndose y pidiendo ¡tuétano blanquito!.
Leonardo Madrid (Negro)

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