de Leonardo Bernabé Madrid, mi padre, "cosechador de amistades que perduran".
Para la familia, para los amigos, para quienes lo conocieron, para los que llegaron tarde, para el pueblo de General Guido
6/11/08
4/7/08
Gral. Guido va queriendo recuperar su historia y
María Bernarda nos devuelve el abrazo
Lili te dejé dos caricias en http://www.pintapintaquealgoquedara.blogspot.com/ , son para "El pueblo que heredé", ya que sin él este vinculo no existiría y además estoy convencida de que Madrid merece esos premios, así que pasate a buscarlos, por vos, por Madrid y por todos los que por tu cariño estamos unidos.
Abrazos
María
Lili te dejé dos caricias en http://www.pintapintaquealgoquedara.blogspot.com/ , son para "El pueblo que heredé", ya que sin él este vinculo no existiría y además estoy convencida de que Madrid merece esos premios, así que pasate a buscarlos, por vos, por Madrid y por todos los que por tu cariño estamos unidos.
Abrazos
María
7/1/08
Valió la pena
7/12/06, por primera vez me atreví a abrir un Blog. Fue éste, poco sabía del tema (no se más ahora) me fui animando y abriendo ventanitas a las que dedique más tiempo, siempre pensando en éste mi pueblo heredado. Hoy, paso para llevarme algo para la Gallineta, un relato, algunas décimas… y reparo en la fecha, hoy mi primer blog cumple un año y un mes justito. Me quedo… así, arropando recuerdos y escribo, mal, pero ahora más confiada. Cuantas cosas han pasado en esta suma de días. No sé cuantos visitaron este blog, sí sé cuantos pasaron por los otros, cuantos se volvieron a reencontrar con Gral. Guido. Sí, recuerdo la tarde que me llamó Don Julio Barragán y me dijo: Gracias por lo que estás haciendo por nuestro pueblo… Sí, aquel domingo que encontré aquí el primer comentario que otra Guidense, María Bernarda Guebara había escrito el 27/04/07.
Hoy puedo decir después de recibir los e-mail que a diario recibo, de haber encontrado en ésta permanente deriva a los “Amigos del Museo Kakel Huincul” de haber recuperado a través del Sr Naddeo La leyenda de Kakel, que vos Madrid (papá) me leías en aquellas calurosas siestas de verano, como ésta de hoy, una y mil veces hasta que te quedabas dormido y yo me escapaba al patio a buscar la sombra del limonero… Valió la pena haber emprendido trece meses atrás la tarea de desovillar la madeja. Muchas cosas siguiendo tus advertencias, las fui hallando entre renglones, aunque los Guidenses, crean, que poco o nada sé del pueblo ¡Cuánto se sorprenderían! ¿Verdad Madrid?
Este Guido, no es "tu Guido", aquel de las calles polvorientas, el de las noches de plata y luna…
Hace apenas unos días mientras escribía (igual de mal) en la matera, ¡te gustaría ese rinconcito estoy segura!, recordé la frase bíblica “sobrevivir al viento Solano” la primera vez que la oí, la oí de tu boca, viajábamos a Gral. Guido para un noviembre, sólo los tíos,vos y yo… Como siempre íbamos hablando del pueblo, la familia, los amigos. Fue esa mañana, casi llegando a Parravicini, cuando escuche por primera vez aquel relato, y no tarde en preguntar a que se referían; ante la protesta y desaprobación de tus hermanos, que se resistían a dejar ver esos “escondidos”; vos me lo contaste todo... y para cuando pasábamos frente a “El Recuerdo” en las puertas ya de General Guido dijiste, “ahora ya sabes: en Guido alguna vez fuerte sopló un solano. No fueron fáciles aquellos años, no fueron sencillos pero sobrevivimos, y aquí estamos una vez más llegando a este nuestro pueblo, sin resentimientos, sin rencores, sin odios”. Y agregaste “Déme su palabra compañera, que nunca repetirá lo que ha oído”. – Prometido te dije. - “ Sepa que después de todo olvidarse también es tener memoria”.
Las flores que tía María llevaba, según tus propias palabras, "juzgaron que era tiempo de hacernos sentir su perfume", bajamos a un tiempo las ventanillas, para que junto a tus hermanos, comenzaran a saludar amigos, habíamos llegado a Guido. En la radio del auto, el Fiat 1500, Gardel cantaba "Melodía de Arrabal"... yo siempre recuerdo pequeñeces.
Hoy puedo decir después de recibir los e-mail que a diario recibo, de haber encontrado en ésta permanente deriva a los “Amigos del Museo Kakel Huincul” de haber recuperado a través del Sr Naddeo La leyenda de Kakel, que vos Madrid (papá) me leías en aquellas calurosas siestas de verano, como ésta de hoy, una y mil veces hasta que te quedabas dormido y yo me escapaba al patio a buscar la sombra del limonero… Valió la pena haber emprendido trece meses atrás la tarea de desovillar la madeja. Muchas cosas siguiendo tus advertencias, las fui hallando entre renglones, aunque los Guidenses, crean, que poco o nada sé del pueblo ¡Cuánto se sorprenderían! ¿Verdad Madrid?
Este Guido, no es "tu Guido", aquel de las calles polvorientas, el de las noches de plata y luna…
Hace apenas unos días mientras escribía (igual de mal) en la matera, ¡te gustaría ese rinconcito estoy segura!, recordé la frase bíblica “sobrevivir al viento Solano” la primera vez que la oí, la oí de tu boca, viajábamos a Gral. Guido para un noviembre, sólo los tíos,vos y yo… Como siempre íbamos hablando del pueblo, la familia, los amigos. Fue esa mañana, casi llegando a Parravicini, cuando escuche por primera vez aquel relato, y no tarde en preguntar a que se referían; ante la protesta y desaprobación de tus hermanos, que se resistían a dejar ver esos “escondidos”; vos me lo contaste todo... y para cuando pasábamos frente a “El Recuerdo” en las puertas ya de General Guido dijiste, “ahora ya sabes: en Guido alguna vez fuerte sopló un solano. No fueron fáciles aquellos años, no fueron sencillos pero sobrevivimos, y aquí estamos una vez más llegando a este nuestro pueblo, sin resentimientos, sin rencores, sin odios”. Y agregaste “Déme su palabra compañera, que nunca repetirá lo que ha oído”. – Prometido te dije. - “ Sepa que después de todo olvidarse también es tener memoria”.
Las flores que tía María llevaba, según tus propias palabras, "juzgaron que era tiempo de hacernos sentir su perfume", bajamos a un tiempo las ventanillas, para que junto a tus hermanos, comenzaran a saludar amigos, habíamos llegado a Guido. En la radio del auto, el Fiat 1500, Gardel cantaba "Melodía de Arrabal"... yo siempre recuerdo pequeñeces.
5/11/07
LA ORACION
La foto pertenece a José Esteban Guebara
(el hermano de María Bernarda, ¡Bien de familia!)
Crepúsculo argentino sin campanas
¡que ganas sin embargo de rezar
de juntar nuestras voces humanas
al rustico mugido y al balar.
A estas horas marea la pampa como un mar.
Baldomero Fernández Moreno
12/10/07
22/3/07
El Aprendiz de Curandero
¡Al overo!, te le vas de noche y le sacas una cerda de la cola, y escucha bien Ulogio, te maneas un sapo vivo, y así, lo “eintierras”, vivo, en la cancha, anda nomás, que no me debes nada che y que gane el “miejor”.
¿Bicho moro?, eso te arruino la papa Martin, yo te curo, te vas a la laguna y buscate cuatro sapos machos, les atas las patas y los colgás, así, levantaba los brazos, en las cuatro esquinas del lote, después contame che, anda nomás que nada debes.
No le tenga miedo doña Maria, cuando los oigás, cruzas así y mostraba con sus pies, las alpargatas y ¡ya esta!, como que me llamo Pancho y Sierra, tus perros dejan de aullar. Anda Mujer, nada debes.
El Aprendiz de curandero y su asistente pasaban las horas en la galería atendiendo a sus imaginarios consultantes, mientras mamá, los miraba desde la cocina y sonreía, Rojo les daba letra, Tulio y yo jugábamos al hoyo aquel último día de Junio ¿ustedes se preguntan como es que recuerdo con tanta precisión, Mochi, cumplía los diez, 30 de junio de 1922, la casa olía a cascarilla y a buñuelos angelones.
El aprendiz de curandero recelando que todos lo observaban se puso frente a un paraguas, que abierto, escurría el agua de la lluvia molesta que se había descolgado un rato antes, obligando a alguno de los asistentes a la partida de mus que se desarrollaba en la cocina a hacer uso.
De pie, frente a aquel paraguas, Loro, el aprendiz de curandero, invocando a Pancho y Sierra, ordeno a la sombrilla negra que caminara… ¡en nombre de Pancho ¡Camine carajo! Grito con fiereza. La asistente era la Negra, tenía cuatro años, pero lo seguía todo el día, donde estaba el Lorito, decía mamá, esta Ofelita, bueno, ahí estaba ella, ordenándole al “panaguas” caminar ¡en el nombre de Pancho ande Calancho! Dijo resuelta Ofelita. Sopló viento del este y el utensilio cobro vida, pego tres salto y un revolcón. Al ver que aquella cosa se les acercaba, el aprendiz de Curandero y Ofelita, su ayudante, se lanzaron en fugaz carrera hasta alcanzar las polleras de mamá, que ya se disponía a servir la humeante cascarilla para festejar los diez de su mimado Benjamín.
¿Bicho moro?, eso te arruino la papa Martin, yo te curo, te vas a la laguna y buscate cuatro sapos machos, les atas las patas y los colgás, así, levantaba los brazos, en las cuatro esquinas del lote, después contame che, anda nomás que nada debes.
No le tenga miedo doña Maria, cuando los oigás, cruzas así y mostraba con sus pies, las alpargatas y ¡ya esta!, como que me llamo Pancho y Sierra, tus perros dejan de aullar. Anda Mujer, nada debes.
El Aprendiz de curandero y su asistente pasaban las horas en la galería atendiendo a sus imaginarios consultantes, mientras mamá, los miraba desde la cocina y sonreía, Rojo les daba letra, Tulio y yo jugábamos al hoyo aquel último día de Junio ¿ustedes se preguntan como es que recuerdo con tanta precisión, Mochi, cumplía los diez, 30 de junio de 1922, la casa olía a cascarilla y a buñuelos angelones.
El aprendiz de curandero recelando que todos lo observaban se puso frente a un paraguas, que abierto, escurría el agua de la lluvia molesta que se había descolgado un rato antes, obligando a alguno de los asistentes a la partida de mus que se desarrollaba en la cocina a hacer uso.
De pie, frente a aquel paraguas, Loro, el aprendiz de curandero, invocando a Pancho y Sierra, ordeno a la sombrilla negra que caminara… ¡en nombre de Pancho ¡Camine carajo! Grito con fiereza. La asistente era la Negra, tenía cuatro años, pero lo seguía todo el día, donde estaba el Lorito, decía mamá, esta Ofelita, bueno, ahí estaba ella, ordenándole al “panaguas” caminar ¡en el nombre de Pancho ande Calancho! Dijo resuelta Ofelita. Sopló viento del este y el utensilio cobro vida, pego tres salto y un revolcón. Al ver que aquella cosa se les acercaba, el aprendiz de Curandero y Ofelita, su ayudante, se lanzaron en fugaz carrera hasta alcanzar las polleras de mamá, que ya se disponía a servir la humeante cascarilla para festejar los diez de su mimado Benjamín.
Leonardo Madrid(Negro) 1980
El Circo
Por las calles polvorientas del pueblo, andaba el circo, con su musiquita ¡chin chan, chin chan, plaf!. Sorprendidos, veíamos como ese, pesado y torpe hombrón, al compás de una pandereta hacía bailar al pobre oso, mientras un payaso saludaba alegremente triste, a la gente del lugar que se acercaba a su paso. Eran épocas de vacas flacas, pero pudimos ir a la función, Tulio, Mochi, Loro y yo. Dos días después, estábamos en casa recordando y Rojo nos propuso hacer nuestro propio circo. Tulio abrió aquella primera función, él era el maestro de ceremonia y hacia bailar al cachiro, el perro de Rogelio, al compás que le marcaba con una lata, también era el ilusionista, Loro y yo, los payasos, asistentes y payadores, nuestra hermana, la Negra, chiquita y Amanda nuestra prima eran el público. Todos rotábamos en nuestras destrezas, pero Mochi se había adueñado del trapecio, eran suyas las habilidades del equilibrista, él era el acróbata, caminaba por el alambre que marcaba el limite del patio y mientras los redoblantes, que habíamos hecho con los tachos, donde mamá lavaba la ropa, tronaban, él se preparaba. A esta altura se habían sumado los primos, Quiro y Chubero, los tambores llamaban a la concentración del público, Palde, anunciaba la llegada del “Magnifico Benjamín”, y allí apareció Mochi en escena. Exhibía sobre la espalda un delantal de mamá a modo de capa, saludó, con un brazo en alto, se quitó el atuendo, con un movimiento estudiado, se notaba, y de un salto, se encaramo, al hilo, poco duro en equilibrio, se vino al suelo, cayó mal, se golpeo la cabeza y ¡se desmayo! Mamá, salió a socorrerlo, mientras nuestro público femenino lloraba desconsoladamente y tía Lucia se acercaba chillando, ¡ustedes sabandijas, que le han hecho a mi Amandita! Cuando papá tuvo conocimiento de lo sucedido, [ni bien traspuso la puerta cancel, tía Lucia se encargo de eso] decretó el cierre definitivo de “El Circo”. Mamá pacificaba diciendo,- son cosas de chicos Bernacho, ¡jugaban!, los chicos jugaban, pero Papá haciendo uso de su autoridad levanto la carpa. Esa tarde el circo cerró para siempre, pero la musiquita aún suena en algún rincón del desván de mi memoria ¡Chin chan,chin chan, plaf!
Leonardo Madrid (Negro) 1980
16/2/07
Carta a un amigo
Décimas dedicadas al amigo ROBERTO LASERRA y a toda la gente del Fortín de la Tradición Argentina “TeofiloOlmos” en la Ciudad de la Plata, como expresión sincera de reconocimiento a la magnifica obra de argentinidad que realizan.
En mi anterior le decía
Que a veces me falta tiempo
Pa` dedicarlo al amigo
O acaso escribir un verso
Es así nomás paisano
Tal cual como se lo digo
Pongo a Dios por mi testigo
Que desde que el sol apunta
Paro los huesos de punta
Y del cansancio me olvido
Hoy sin embargo hago un alto
En mi quehacer cotidiano
Pa` agradecerle paisano
Sinceramente su verso
Me ha gustado lo confieso
En el demuestra la garra
De aquella estirpe bizarra
Del trovador de la pampa
Que paseo triunfal su estampa
Abrazado a su guitarra
Nosotros por estos pagos
De cuando en cuando a la viola
Le hacemos unos amagos
De la prima a la bordona
Alguna vez una huella
Otra vez una milonga
Zambas, gatos, algún tango
Que es también música nuestra
Le arrancamos a las cuerdas
De las guitarras cantoras.
Son maneras de pasarlo
Al menos entretenidos
Un asadito buen vino
En torno a un fogón campero
O también bajo el alero
De un rancho cobijador
Escuchando a ese cantor
Que bajo un cielo de estrellas
Emociones de la tierra
Nos canta con todo amor
Amigo Lacerra espero
Que muy pronto nos topemos
Otra vez guitarra en mano
Ya que bien nos conocemos
Junto a Orfeo, su familia
Romero, Don Pedro Bianco
Y otros que lamento tanto
No memorizar sus nombres
Pero a quienes recordamos
Por gauchos, buenos y nobles.
Será pues hasta ése día
Y que Dios esté con todos
Ya ve amigo de que modo
Le cobijo en el recuerdo
Cuando fuimos con Don Pedro
Y fue por primera vez
En el Fortín encontré
Gestos francos y sinceros
Por eso es que tanto quiero
Verlos de nuevo otra vez
Leonaro Madrid.
Banfield 21 /10/1970
En mi anterior le decía
Que a veces me falta tiempo
Pa` dedicarlo al amigo
O acaso escribir un verso
Es así nomás paisano
Tal cual como se lo digo
Pongo a Dios por mi testigo
Que desde que el sol apunta
Paro los huesos de punta
Y del cansancio me olvido
Hoy sin embargo hago un alto
En mi quehacer cotidiano
Pa` agradecerle paisano
Sinceramente su verso
Me ha gustado lo confieso
En el demuestra la garra
De aquella estirpe bizarra
Del trovador de la pampa
Que paseo triunfal su estampa
Abrazado a su guitarra
Nosotros por estos pagos
De cuando en cuando a la viola
Le hacemos unos amagos
De la prima a la bordona
Alguna vez una huella
Otra vez una milonga
Zambas, gatos, algún tango
Que es también música nuestra
Le arrancamos a las cuerdas
De las guitarras cantoras.
Son maneras de pasarlo
Al menos entretenidos
Un asadito buen vino
En torno a un fogón campero
O también bajo el alero
De un rancho cobijador
Escuchando a ese cantor
Que bajo un cielo de estrellas
Emociones de la tierra
Nos canta con todo amor
Amigo Lacerra espero
Que muy pronto nos topemos
Otra vez guitarra en mano
Ya que bien nos conocemos
Junto a Orfeo, su familia
Romero, Don Pedro Bianco
Y otros que lamento tanto
No memorizar sus nombres
Pero a quienes recordamos
Por gauchos, buenos y nobles.
Será pues hasta ése día
Y que Dios esté con todos
Ya ve amigo de que modo
Le cobijo en el recuerdo
Cuando fuimos con Don Pedro
Y fue por primera vez
En el Fortín encontré
Gestos francos y sinceros
Por eso es que tanto quiero
Verlos de nuevo otra vez
Leonaro Madrid.
Banfield 21 /10/1970
14/2/07
Para que algún día
Yo, hago así con mis relatos y mis versos,
los escribo y como si fueran semillas
los siembro en la memoria de los míos.
En los atardeceres, los digo en voz alta,
para que los lleve el viento.
Para que se los lleve lejos.
Como el mensaje del náufrago,
dentro de la botella, a la deriva, esperarán.
Mañana ocuparan el espacio que deja mi ausencia
Mis versos, mis relatos, madurados al sol
de muchos caminos desandados
de noches de bohemia, amigos, vino y guitarras.
Herederos de toda mi nostalgia, de todas mis tristezas.
Esperarán, a que alguien, algún día
los rescate en el mar de los olvidos.
Leonardo Madrid (Negro) 1974.-
6/2/07
Había una vez
… una chingola, menuda avecita parda, que iba y venía por mi casa, del patio a cocina, de la cocina al patio, bordando esperanzas, deshilachando sueños, cosiendo ilusiones. Se le fue la vida
La diminuta chingola, junto a su chingolo de lindo copete, acopiando ramitas, plumitas y grama a poca distancia del suelo, en el Vecino, armaron su nido.
Yo la veía, con su delantal junto al rosal, llorando penas, riendo alegrías, atando cintitas, escondiendo dolores. Yo, ¡cuanto la quería!
Pensando en a sus pichones, la estremecieron las campanas que llamaron al Ángelus y con su alita rota, fiel creyente, se santiguo y desgranando aves, alcanzo a María.
Ya no hay dolor, se ha dibujado una suave sonrisa en su boca trémula.
La pequeña Chingola se ha quedado dormida, Yo, ¡cuanto la quería! hay silencio en el patio, enmudeció la cocina, y en la casa hace frío. En siete corazones esta latiendo el tuyo avecita parda, pequeña Chingola mía.
Tu fiel compañero celará del nido, hará oír por las noches su canto desleído y en vuelos fatigados, algún día, regresarán tus pichones a dormirse en el nido.
Para su madre Isabel Argañaraz
Leonardo Bernabé Madrid ( 1943 )
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