de Leonardo Bernabé Madrid, mi padre, "cosechador de amistades que perduran". Para la familia, para los amigos, para quienes lo conocieron, para los que llegaron tarde, para el pueblo de General Guido

22/3/07

El Circo

Por las calles polvorientas del pueblo, andaba el circo, con su musiquita ¡chin chan, chin chan, plaf!. Sorprendidos, veíamos como ese, pesado y torpe hombrón, al compás de una pandereta hacía bailar al pobre oso, mientras un payaso saludaba alegremente triste, a la gente del lugar que se acercaba a su paso. Eran épocas de vacas flacas, pero pudimos ir a la función, Tulio, Mochi, Loro y yo. Dos días después, estábamos en casa recordando y Rojo nos propuso hacer nuestro propio circo. Tulio abrió aquella primera función, él era el maestro de ceremonia y hacia bailar al cachiro, el perro de Rogelio, al compás que le marcaba con una lata, también era el ilusionista, Loro y yo, los payasos, asistentes y payadores, nuestra hermana, la Negra, chiquita y Amanda nuestra prima eran el público. Todos rotábamos en nuestras destrezas, pero Mochi se había adueñado del trapecio, eran suyas las habilidades del equilibrista, él era el acróbata, caminaba por el alambre que marcaba el limite del patio y mientras los redoblantes, que habíamos hecho con los tachos, donde mamá lavaba la ropa, tronaban, él se preparaba. A esta altura se habían sumado los primos, Quiro y Chubero, los tambores llamaban a la concentración del público, Palde, anunciaba la llegada del “Magnifico Benjamín”, y allí apareció Mochi en escena. Exhibía sobre la espalda un delantal de mamá a modo de capa, saludó, con un brazo en alto, se quitó el atuendo, con un movimiento estudiado, se notaba, y de un salto, se encaramo, al hilo, poco duro en equilibrio, se vino al suelo, cayó mal, se golpeo la cabeza y ¡se desmayo! Mamá, salió a socorrerlo, mientras nuestro público femenino lloraba desconsoladamente y tía Lucia se acercaba chillando, ¡ustedes sabandijas, que le han hecho a mi Amandita! Cuando papá tuvo conocimiento de lo sucedido, [ni bien traspuso la puerta cancel, tía Lucia se encargo de eso] decretó el cierre definitivo de “El Circo”. Mamá pacificaba diciendo,- son cosas de chicos Bernacho, ¡jugaban!, los chicos jugaban, pero Papá haciendo uso de su autoridad levanto la carpa. Esa tarde el circo cerró para siempre, pero la musiquita aún suena en algún rincón del desván de mi memoria ¡Chin chan,chin chan, plaf!
Leonardo Madrid (Negro) 1980

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